Se presenta el caso clínico de una secundigesta de 35 años con antecedente de parto eutócico, que consulta por un prolapso cervical de grado IV producido a las 34 semanas de gestación. Se indica la colocación de un pesario tipo Arabin y reposo. A las 39 semanas, el pesario deja de ser efectivo, con aumento del edema cervical y aparición de sangrado. Consensuado con la paciente, y ante un índice de Bishop favorable (>6), se decide finalizar la gestación y se procede a una inducción del parto con amniorrexis artificial y oxitocina. A las 5 horas se asiste a un parto eutócico de un recién nacido vivo de 3.630 g, con un test de Apgar de 9/10, sin lesiones cervicales ni desgarro perineal y con reducción espontánea del prolapso cervical, que pasa a ser de grado II en el puerperio inmediato.
Se propone la inducción del parto en pacientes a término con un prolapso cervical mal tolerado, asumiendo las posibles complicaciones, como la distocia cervical durante el trabajo de parto.